La pasada semana estaba comiendo con un compañero en un restaurante cercano a una de nuestras agencias y, cuando salimos, nos encontramos que en la puerta estaban una ambulancia y varios vehículos de policía y de bomberos. Había habido un accidente en el local contiguo al que habíamos estado.
Entre todos ocupaban todo el vial y estaban justo delante de nuestro coche. No podíamos salir, así que nos enteramos un poco de la historia.
Un pobre hombre de 65 años que, según comentó la hostelera, se iba a jubilar en las próximas semanas -y hasta ya tenía próximo inquilino para su nave- estaba realizando tareas de desmantelamiento de ciertas instalaciones en altura y, el tejado sobre el que se encontraba había vencido.
Vimos salir al hombre inmovilizado en la camilla, con fortuna con vida, y como era introducido en la ambulancia, que tardó un rato en ponerse en marcha. Después fueron saliendo policías y bomberos, comentando lo sucedido y que, en el momento del accidente el hombre estaba consciente y él mismo les había avisado. Tuvieron que forzar la entrada y se lo encontraron con la tibia rota. También que había caído sobre un hierro que le había atravesado desde la espalda hasta la parte delantera a la altura del pecho. (Por las noticias que he leído, afortunadamente, no parece que su vida esté en peligro).
En este desagradable rato, y con toda la razón, mi compañero comentó: «no merece la pena jugarse la vida por unas decenas de euros».
Tú, ¿qué opinas? Yo, soy de la misma impresión. Tenemos que trabajar seguros, no podemos jugárnosla. Hoy en día hay multitud de soluciones al alcance de cualquiera para evitar que nos ocurra un accidente. Y, generalmente, su coste no suele ser elevado.
A colación, te comparto que, este año, en nuestro grupo de trabajo, estamos planteando todas las acciones, reuniones, comunicados, formación e información al equipo con tres premisas:
1- Seguridad en el trabajo. Que no nos pase nada, hagámoslo bien y como sabemos hacerlo. Idem para nuestros clientes en nuestras instalaciones o cuando emplean nuestras máquinas.
2- Cumplimos los procedimientos internos. Seguimos las pautas de nuestra empresa a todos los niveles. Hacemos lo que hay que hacer como lo hay que hacer.
3- Orientación al cliente. Es el que da sentido a nuestro buen hacer.
No lo olvidemos: lo primero somos nosotros y los nuestros. Nuestra seguridad y nuestra salud en el trabajo. Ya la vida nos va poniendo siempre alguna zancadilla en este sentido y no merece la pena jugárnosla. Es cuestión de #ACTitud.
Buenos días, amigo Ángel (y también a los lectores),
Accidentes siempre se van a producir, por muchas medidas de seguridad individuales y colectivas que tanto la empresa como el trabajador implementen. Eso sí, cuantas más medidas se se tomen, menos accidentes se van a producir (perogrullada).
La confianza, por reiteración, de la ejecución de trabajos peligrosos, la edad del trabajador (pérdida de habilidad, de visión y de fuerza física), el suministro y mantenimiento de los equipos de seguridad y la confección de un pequeño (nada de tochos) manual que impacte en el trabajador; por desgracia y debido a la naturaleza del Ser Humano, cuanto más escabroso, mejor.
Saludos a los lectores y disculpas por el rollo que me he tirado.
Muchas gracias por tu comentario y tu aportación. Y, en lo laboral, siempre hay evaluación de riesgos y medidas a tomar, pero ojo también en nuestro día a día, que luego, en lo cotidiano, también nos ponemos en riesgo. Puedo pensar que este hombre estaba con la cabeza en otra situación diferente a su vida laboral de taller de chapa y pintura. A puerta cerrada!al medio día, desmantelando una instalación y a una semana de irse definitivamente de la nave.